Día 1: La Naturaleza habló-2012/ Marcos Pla


El primer día del Campamento Félix Rodríguez de la Fuente lo arrancamos llenos de ilusión pero con un poco de lastre todavía por el incendio de final de Junio, que nos había oligado a posponer el comienzo 4 días. En este primer día, en vez de recibir a los linces de toda España concentrad@s en 2 horas como solemos hacer, los recibimos durante todo el día, lo que complicó a nivel logístico este arranque. Pero con las enormes ganas e ilusión que teníamos fuimos cubriendo, este desfase en algunos procesos que solemos hacer el primer día y que nos ayudan a que luego todo ruede correctamente.

Empezamos oficialmente sobre las 19h, cuando ya teniamos a la mayoría de los linces. Lo primero que hicimos es un juego muy movido para ir soltando los nervios y la vergüenza. Nos convertimos nada más y nada menos que en orugas de la procesionaria, para aprender que esta especie no tiene la culpa de comerse tantos pinos, hace lo que sabe, como nosotr@s, tal vez lo que tenemos es un problema de falta de biodiversidad en nuestras masas forestales y hacen falta más especies, además de pinos. Tras razonar todo esto con los linces, nos pusimos en fila india, nos tapamos los ojos con antifaces, ya que estas orugas apenas ven y nos enganchamos a una gran cuerda, como en parte hacen ellas, que se enganchan a un hilito de seda que le sale a la oruga que les precede. Y así, con esta curiosa formación hicimos un divertido recorrido, en el que tuvimos que cruzar la pintoresca pasarela de madera del río, girar árboles... y todo ello con los ojos tapados. ¡Lo pasamos en grande!


Tras este primer recorrido tan desconcertante, nos dirigimos a la Casa de Gaia, nuestro espacio en el comedor de Los Cloticos, en el que presentamos el Campamento FRF, explicando qué queríamos vivir estos días, las grandes actividades qué íbamos a hacer, presentamos al equipo, presentamos la figura de Félix y explicamos porqué a este día lo lllamamos 'La naturaleza habló', refiriéndonos a Félix. Y es que es una de las características que más nos gustan de Félix, su faceta de comunicador total. Este es un título, tomado de los documentales sobre Félix, que hizo su hija Odile, para TVE.



Y llegó otro momento muy importante en el campamento: La formación de los equipos en los que nos organizaremos. Siempre para escoger el nombre de los equipos, hacemos un guiño a los temas internacionales de naturaleza que se están trabajando. Así el año pasado teníamos nombres de árboles, al ser el año de los bosques y este año tuvimos nombres de murciélagos, al ser su año internacional. En concreto, fuimos los Murciélagos hortelanos y Murciélagos patudos.

En concreto esta dinámica consistió en que era la naturaleza, la que 'decidía' a qué equipo iban, así que Marcos Pla Saez tomaba un poco de agua del río Palancia, en plan San Juan Bautista y les decía: 'El río Palancia ha decidido que vas al equipo de...' y en ese momento las monitoras de equipo hacían un guiño y les mandábamos a su equipo correspondiente con un gran aplauso. El entorno espectacular de la cola de caballo de Los Cloticos y sus formaciones de toba caliza, nos ayudaron a meternos en el papel, a poder ser nosotr@s también 'La voz de la naturaleza'

Una vez hechos los equipos, hicimos el 'Triatlon' que es un momento, para que los linces, hagan tres cosas muy importantes para empezar bien el campamento. Por un lado conocer bien a quien va a ser su monitora de referencia durante los 10 días, a sus compañer@s de equipo, presentarse bien él o ella mism@, conocer las normas generales para poder convivir lo mejor posible estos días y conocer los espacios generales por los que nos moveremos.

Después llegó una de las novedades de este año: el montaje de tiendas. Este año como ya contamos, en un paso por estar aún más en contacto con la naturaleza y abaratar la cuota del campamento, hemos introducido las tiendas para dormir, y casi un mes después de acabar el campamento, nos parece que aunque a los monis nos obliga a estar más pendientes de la logística es un gran acierto en muchos y diferentes aspectos educativos.

El mismo montaje de las tiendas, lo convertimos en un hecho educativo, e hicimos una especie de taller de introducción al campismo. Fue un reto para tod@s. Para los linces porque para much@s era la primera vez que montaban una tienda y para parte del equipo, porque era la primera vez que lideraban un momento así.
¡Pero lo superamos! y en general quedaron bastante bien montadas, y se han cuidado bastante bien durante los 10 días.

Tras este momento llegó la cena, en la que les explicamos como funcionaría el comedor. Y funciona como todo el campamento, gracias al trabajo en equipo. Tod@s servimos por turnos, recogemos por turnos, cada un@ se frega lo suyo... Pero con alegría, por eso siempre antes de empezar a comer, cantamos la canción de: 'Ñam, ñam bon profit'


Tras la cena, estrenamos las veladas con una de las más divertidas y simbólicas del campamento 'La manada de Félix'. 'Se podria pasar horas jugando a este juego, que nunca te aburrirías...' Nos decía Joan Fontanals, uno de los linces del año pasado. Es una velada de movimiento, de correr con la linterna, de pringarse con pintura, muy divertida, para perder cualquier vergüenza que les pueda quedar. Pero siempre, con contenido. En este caso arrancamos estas veladas con el animal más represantativos para Félix: el lobo. Los linces tendrán que salvar al lobo de la extinción, protegiéndole de unos ignorantes cazadores, que no saben que hay otras posibilidades para convivir con el lobo, más allá de las escopetas o sufrir estoicamente sus dentelladas sobre el ganado. En concreto, tendrán que mojar sus manos en pintura y correr hacia dos telas con la silueta de los lobos puestas en las porterías del campo de futbol.


Es un juego, en el que les damos una consigna que nos gusta mucho: 'Poneros ropa que déis por perdida', porque nos pringamos hasta la bandera.
Al poco tiempo de juego, los monitores que representamos a los cazadores y tenemos que impedir como en el pilla-pilla que lleguen a pintar la tela, y por tanto salvar a los lobos simbólicamente, ya estamos pringadísimos. El lobo, por más que nos esforzamos los monitores-cazadores poco a poco fue llenándose de color y salvándose de las balas y los prejuicios. Ojalá, como les dijimos, esta actividad simbólica, tenga su réplica en la realidad.

Y también estrenamos las asambleas. Para nosotr@s uno de los momentos más importantes del campamento, pues queremos que sean campamentos, muy, muy participativos. Donde todos vivamos una misma emoción, aunque por supuesto con distintos roles.

En esta asamblea de la noche, en concreto los linces y la manada educativa, valoramos lo peor y lo mejor del día, de forma voluntaria, para que nos ayude a mejorar, a corregir lo que se pueda y a insistir en lo que nos ha gustado. Luego les contamos como será el día siguiente hasta mediodía y luego cantamos como cierre del día la canción: 'Mil millones de estrellas'

Y con esto cerramos este frenético primer día, con un montón de intensas sensaciones, y muy buenas vibraciones, que luego se fueron confirmando y superando día, tras día. Pero ahora dejamos a nuestros linces, durmiendo, tranquilos y seguros bajo el cielo estrellado de Bejís.

Precampamento, ilusiones y llamas- 2012/ Marcos Pla


El precampamento de este año estuvo marcado sin duda por el terrible incendio que sufrimos en la comarca del Alto Palancia y que provocó que tuviéramos que empezar tres días más tarde el campa.

En todo caso, el precampamento comenzó en nuestras oficinas el 27 de Junio, con las últimas compras de material, impresiones de juegos, gestiones...
El 28 fuimos rematando todas estas faenas, hicimos una primera aproximación de material a Bejís y recogimos el vehículo de apoyo de alquiler. ¡Finalmente acabamos saliendo a las 5 de la mañana a Bejís!

Al día siguiente comenzamos a ordenar el material que habíamos ido llevando en diferentes viajes y comenzamos a montar la infraestructura base del campamento: los toldos de reunión, cenadores para maletas y zona de reunión de monitoras, luces y enchufes...
Además seguimos cerrando las diferentes visitas que nos acompañarían en el campa, nos reunimos con el excelente equipo de Los Cloticos para ultimar detalles y nos acercamos a Bejís para hablar con la siempre dispuesta alcaldesa. La calma y la buena energía reinaban, desgraciadamente no durarían. A unos cuantos kilómetros de allí una desafortunadísima quema de rastrojos, se iba a llevar por delante miles de hectáreas, nuestro comienzo de campamento y casi nuestro trabajo de un año y bien mirado de toda una vida.

Comenzamos el sábado 30, con el plan de hacer unas llamadas en Bejís y preparar más tarde hasta la comida, el descenso del río Palancia, despejando la vegetación que impedía el paso. No llegamos al río.
Al acabar las llamadas, nos empezó a inquietar el aire enrarecido que se respiraba en el pueblo. Llamamos a la alcaldesa y nos dijo que no había peligro, que estaba lejos. Con la inquietud ya metida en el cuerpo, decidimos aproximarnos hacia Sacañet desde donde veíamos venir el humo. La carretera hacia este municipio estaba jalonada de una alegre y joven masa forestal, inmadura, de pinos, pero que ya comenzaba a llenar la vista y el alma de quien se perdía por aquellas carreteras de interior de la Comunidad Valenciana.

Al llegar a Sacañet vimos claramente hacia el este, la columna de humo del incendio que devoraba ya 'nuestros pulmones' en el término que le había visto nacer: Andilla. Nos acercamos hasta un agente forestal que vigilaba con sus prismáticos, y nos dijo que no sabía nada: 'Aún no hemos entrado', nos dijo.

Nos volvimos hacia Bejís, con el corazón encogido, con la mirada perdida. Fue un error sin duda, pues estábamos teniendo la última oportunidad de contemplar esos jóvenes pinos, arbustos, plantas mediterráneas... el fuego que todo lo devora, en pocas horas seguiría nuestros pasos y calcinaría hasta la roca aquellos paisajes.

No comimos aquel día. Poco después dejé a mi compañera Claudia Muñoz en Viver para coger el bus que le llevaría a Madrid a recoger a los linces y no pude ni regresar a Los Cloticos, comencé a contemplar absorto como el fuego había llegado ya ¡Hasta el mismo término de Teresa! Desde una loma advertí como unas tremendas lenguas de fuego arrasaban un bello paraje río Palancia abajo, por el que en Agosto del año pasado había andado con Claudia preparando el sendero GR7 para grupos. No lo podía creer.

La única tranquilidad, si se puede llamar así, que me quedaba, era que el fuego quemaba en dirección contraria a donde nos íbamos a mover. Pero esta tranquilidad duró poco. Recogí a Elena González en Viver, a donde llegaba de Madrid para echarme una mano en las últimas horas del precampamento y en ese breve lapso de tiempo, vimos como el fuego pegaba un tijeteretazo por un cambio de viento y cumplía nuestras peores expectativas: se adentraba en el término de Bejís y empezaba a lamer las montañas que quedan más al Sur del municipio. Aún podía creerlo menos. Desgraciadamente, como amante de la naturaleza y persona que pasa tiempo y trabaja en ella, no era precisamente el primer incendio que veía, pero allí, en Bejís, en mi particular templo personal... ¡No!

Nos dirigimos al camping a conocer nuevas noticias, y lo que nos encontramos al rato fue a la Guardia Civil que nos desalojaba. La primera vez en mi vida que me desalojan por un incendio. Seguía sin creérmelo, me recordaba a una de esas personas que salen por la tele, a las que desalojan de sus casas y tienen que tomar la decisión de coger apenas nada y dejarlo practicamente todo. Como ellas, no sabía que coger o dejar. Daba igual, era una pregunta trampa, imposible acertar. Por supuesto, subimos a Lobita al coche y como nota curiosa, cargué mi guitarra. Y un objeto que sería determinante en las próximas horas, las fichas de los linces, claramente había llegado el momento de posponer al menos el comienzo del campamento. Me iba de Los Cloticos, desalojado, en busca de cobertura y con la inédita y terrible sensación de no saber si volvería a ver el sitio que más amaba en el mundo.

Establecimos nuestra base de operaciones en un punto de la pista forestal de las Peñas de Amador, teníamos cobertura y una dantesca vista panorámica al fondo: las llamas machacando las montañas que cerraban el escenario del pueblo de Bejís. Pero mi mirada vigilaba una y otra vez, las aún intactas montañas más hacia la derecha, las montañas que conducían al Valle de Bejís, el valle de nuestros sueños e ilusiones. Poco después supe que también José, el padre de la familia del camping Los Cloticos, no dejó de vigilar ese mismo punto, sabedor de que si el fuego rebasaba ese punto, estábamos perdidos.

Llamé a Marion, la directora de comunicación de la Fundación FRF y uno tras otro a los padres y madres de los linces. Aún ahora me emociona el cariño y comprensión de tod@s. Una vez más, gracias por el apoyo incondicional de aquellos días. Una vez más, gracias a Olga Pradas, alcaldesa de Bejís que a pesar de estar viviendo, seguramente los momentos más difíciles de su vida, con su querido pueblo amenazado por las rojas llamas, siempre tuvo su móvil particular abierto para nosotr@s, para contarnos las últimas nuevas.

Desde allí, pudimos ver como el espectáculo se agrandaba, el no cesar de las llamas, la aparatosidad del despliegue de medios: montaje del Puesto de Mando Avanzado, llegada de la Unidad Militar de Emergencias al caer la noche, con la noche ya cerrada vaciado de la estación de servicio del municipio...

Decidimos subir con el coche al punto más alto de aquella sierra, a la misma torre de vigilancia de las Peñas de Amador. Allí pasamos una de las noches más extrañas y terribles de nuestra vida. Como en un autocine, enfocamos el vehículo a aquel espectáculo de cenizas, fuego y oscuridad. Con la llegada de la noche y desde ese punto elevado, la escena era si cabe aún más sobrecogedora, las llamas, magnificadas por la negror de la madrugada, no dejaban de atacar la cresta de las montañas traseras de Bejís, y ya ningún medio aéreo podía refrescar aquel infierno. Parecía que el famoso cielo estrellado de Bejís había sido engullido también por la tensión del momento y no se había atrevido a salir aquella noche.

Mi vista seguía clavada en el mismo punto que la de José, las montañas más allá del Castillo de Bejís, que marcaban el límite hasta donde podía quemarse, para que no peligrara el emblemático valle, cuna del río Palancia. Y aunque afortunadamente el viento contuvo toda la noche, mágicamente, al fuego en sus posiciones, ardiendo practicamente sobre el mismo punto, poco a poco avanzaba hacia aquel límite imaginario que José y yo, vigilábamos. El viento, pero también el valiente, arriesgado y constante trabajo de la UME, lo contuvieron.

El cansancio de tantas horas en tensión, fue haciendo que nos adormeciéramos en el coche, sin otra cosa que poder hacer que ver arder la noche. Cada poco daba un respingo y me topaba de nuevo con las llamas quemando y quemando, con la única consolación de que no atrevesaban aún la frontera del valle. Afortunadamente me tranquilizaba ver a mi lado a la bella Elena arropada en su saco y anestesiada también por tanta acción. Las primeras luces del nuevo día trajeron las primeras buenas noticias en horas. Los medios aéreos regresaron con el sol, y comenzaron a golpear fuerte a aquel gigante de fuego. Poco a poco, las llamas fueron dando paso, descarga tras descarga al humo, primero intenso y luego progresivamente más difuminado. Tras miles de hectáreas perdidas e intensas horas de angustia, por fin nos habíamos hecho con el fuego. Comencé a respirar.

Cuando ya no vimos ninguna llama, volvimos a Los Cloticos a desayunar. A partir de ahí, el rosario de visitas al Puesto de Mando Avanzado, donde también nos atendieron excelentemente para preguntar cuando podíamos empezar nuestro campamento. Volvimos a la rutina, pero profundamente marcados por lo que habíamos vivido en esas horas. El miedo a perderlo todo, mi valle querido, nuestro campamento... irónicamente todo salvado, por el aparente capricho del viento.

En los siguientes días, seguimos preparando a conciencia nuestra apuesta educativa, pero siempre con un ojo puesto en las alturas, en busca de cualquier hidroavión, con el oído atento a cualquier ruido de motor, el olfato aguzado para oler el humo, y el corazón encogido, temeroso de que se repitiera la pesadilla.

El cariño, la confianza y el apoyo de la Fundación FRF, los papis y nuestro equipo nos ayudaron a sobrellevar aquellos días de impasse. En todo caso el mejor antídoto, estaba al llegar, la energía netamente positiva de nuestros linces. A veces digo que ¿Cómo no vamos a ser optimistas y líderes, si trabajamos con la matería más positiva que existe? Esta materia es la alegría, ilusión y buenas vibraciones de nuestros niños y niñas de toda España, los linces de Félix Rodríguez de la Fuente.