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Esta etapa de Triacastela a Samos y de Samos a Sarria, es otra de las etapas que te llena no solo los ojos, sino también el alma.
En un día típicamente gallego, arrancamos el día con lluvia, pero que una vez bien cubiertos con nuestros impermeables, esa lluvia no hacía sino realzar el misterio y la magia del paisaje circundante.
Las charlas con unas y con otros, se suceden al ir cayendo los primeros kilómetros, y casi sin darnos cuenta, llegamos al espectacular destino de nuestra parada intermedia, donde almorzaremos: El imponente monasterio de Samos.
Allí hicimos una reflexión sobre cómo sería la vida en el valle, cuando el monasterio estaba en el apogeo de su actividad.
Al acabar el almuerzo y la reflexión compartida, reemprendimos nuestra etapa rumbo a Sarria, donde nos alojamos en un albergue privado, con muy buen precio, y una de las atenciones más cálidas de todo el Camino. ¡Gracias!
Tras la comida, lavar la ropa y la reconstituyente ducha, hicimos la dinámica de grupo que esta jornada pretendía ayudarnos a darle un par de vueltas a qué nos pesa en nuestra vida, qué cosas no nos dejan crecer como personas. Y esto lo representamos con una de las mochilas vacías, donde metimos nuestras reflexiones, ya que en el Camino, cualquier peso extra, al cabo de 20 km pesa especialmente y no te deja disfrutar plenamente.
Al acabar nos regalamos uno de los momentos más divertidos del Camino, un rato de parchís todos juntos, en el que no podíamos parar de reír.
Y la cena fue un excelente momento de seguir la convivencia entre nosotr@s, pero también con la gente del albergue.
Puedes seguir el relato detallado de lo que hicimos este día, siguiendo las explicaciones de cada foto. Las encontrarás aquí en este álbum de nuestro Facebook. No hace falta tener cuenta para poder verlas.
Esta etapa de Triacastela a Samos y de Samos a Sarria, es otra de las etapas que te llena no solo los ojos, sino también el alma.
En un día típicamente gallego, arrancamos el día con lluvia, pero que una vez bien cubiertos con nuestros impermeables, esa lluvia no hacía sino realzar el misterio y la magia del paisaje circundante.
Las charlas con unas y con otros, se suceden al ir cayendo los primeros kilómetros, y casi sin darnos cuenta, llegamos al espectacular destino de nuestra parada intermedia, donde almorzaremos: El imponente monasterio de Samos.
Allí hicimos una reflexión sobre cómo sería la vida en el valle, cuando el monasterio estaba en el apogeo de su actividad.
Al acabar el almuerzo y la reflexión compartida, reemprendimos nuestra etapa rumbo a Sarria, donde nos alojamos en un albergue privado, con muy buen precio, y una de las atenciones más cálidas de todo el Camino. ¡Gracias!
Tras la comida, lavar la ropa y la reconstituyente ducha, hicimos la dinámica de grupo que esta jornada pretendía ayudarnos a darle un par de vueltas a qué nos pesa en nuestra vida, qué cosas no nos dejan crecer como personas. Y esto lo representamos con una de las mochilas vacías, donde metimos nuestras reflexiones, ya que en el Camino, cualquier peso extra, al cabo de 20 km pesa especialmente y no te deja disfrutar plenamente.
Al acabar nos regalamos uno de los momentos más divertidos del Camino, un rato de parchís todos juntos, en el que no podíamos parar de reír.
Y la cena fue un excelente momento de seguir la convivencia entre nosotr@s, pero también con la gente del albergue.
Puedes seguir el relato detallado de lo que hicimos este día, siguiendo las explicaciones de cada foto. Las encontrarás aquí en este álbum de nuestro Facebook. No hace falta tener cuenta para poder verlas.