La aventura de Río, hijo de la migración de primavera-Carta a los linces/Marcos Pla



1 de Enero de 2018 
  • Tras pasar la nochevieja en Soria con mi pareja, volvemos a casa en Massanassa (Valencia). Ha sido un viaje en el que hemos aprovechado también para ver posibles sitios para el Campamento Félix Rodríguez de la Fuente.
  • Ullal, el Vencejo común (Apus apus), que nos va a ayudar a contar esta historia fascinante, se encuentra sobrevolando el Océano Índico, mientras caza esos insectos voladores que tanto le gustan. Está frente a la costa de la isla de Zanzíbar. A unos 6.600 km de mi casa.

1 de Febrero de 2018
  •  Voy al colegio de Sollana, un pueblo cerca de Valencia, rodeado de campos de arroz y cercano a L'Albufera, el lago más grande de España. En esa zona miles de aves encuentran descanso, comida y seguridad para criar y multiplicarse. En ese cole aprendemos más de las Golondrinas, los Aviones y los Vencejos. Y fabricamos nidos de barro para ponérselo más fácil cuando lleguen.
  • Ullal, nuestro Vencejo común, ese día se encuentra sobre Wundanyi, una región boscosa en Kenia, (África). A unos 400 km de donde estaba el mes anterior y a unos 6200 km de mi casa. Seguramente ha encontrado una buena zona con abundantes insectos para comer. Tal vez está aprovechando un pico de insectos, unos días que hay más insectos de lo normal, que a veces encontramos en la naturaleza, tras unos días haciendo más calor.
 

3 Marzo de 2018
  • Estoy en el VII encuentro estatal de #JóvenesLinces en Madrid. Por la tarde estamos visitando la asociación de amantes de la naturaleza GREFA. Se dedican entre otras cosas a recuperar animales salvajes heridos que les llevan. De hecho a partir de la primavera entran muchos pollos de la misma especie de Ullal, Vencejos, que caídos del nido, han sido rescatados del suelo por personas amantes de la naturaleza, auténticos linces, que les llevan a este tipo de centros para salvarles la vida.
  • Ullal, mientras tanto sigue en África, esta vez lo encontramos a casi mil kilómetros al interior, del anterior punto en el que lo vimos. Está a punto de sobrevolar el enorme lago Tanganyka. Y en todos estos viajes, en todas estas aventuras, desde que nació hace dos años en España y abandonó el nido por primera vez, todavía no se ha posado en tierra. Todas estas enormes distancias las ha hecho sin parar jamás. Siempre colgado de los cielos para evitar a la muerte que acecha esperándole en el suelo. Nuestro amigo Ullal y su especie han aprendido a dormir en el cielo. Alzándose a lo más alto en la noche, y montando a lomos de distintas corrientes de aire, que lo mantendrán flotando hasta el alba, mientras la mitad de su cerebro duerme, y la otra permanece alerta, para mantenerlo a salvo. Ahora se encuentra a unos 6180 km de mi casa.
 

14 de Abril de 2018
  • Me encuentro en Riodeva (Teruel). Allí celebramos ese verano el Campamento Félix Rodríguez de la Fuente para los linces de 8 a 14 años. Estamos en el fin de semana de formación y preparación que hacemos el equipo educativo. Una de las cosas que hablamos es que queremos volver a participar en el programa 'Adopta un pajarito', de la Generalitat Valenciana, en el que llevamos participando años, y con el que nos ceden pollos de especies protegidas, que han caído del nido, para que los cuidemos y alimentemos, hasta que puedan volar y valerse por sí mismos.
  • Ullal se encuentra en medio del Atlántico Sur. Ha comenzado la migración de primavera. De alguna manera ha escuchado una voz antigua, un impulso en su interior, una necesidad que no puede reprimir, de volar al norte. Ya que ha conseguido sobrevivir al invierno africano, debe volar en busca del alimento abundante, de los días largos, a un sitio con menos competencia por la comida. Allí donde pare, buscará pareja y mantendrá la llama viva de su especie en la Tierra, con nuevos polluelos. El viaje es un auténtico desafío a la muerte. Muchos no llegan, entre tormentas, depredados o exhaustos. Pero la migración es la historia de una promesa, la del retorno. Y Ullal, que nació no lejos de donde escribo en Valencia, dos años antes de esta historia, sabe que de nuevo es hora de volver. Es lo que hará inevitablemente cada primavera, hasta que su tiempo se agote. 


7 de Mayo de 2018
  • Ese día estoy con el cole con el que más tiempo llevamos aprendiendo, un cole de Bocairent (Valencia), que como todos los años han venido a L'Albufera de Valencia, a aprender más de aves. Nuestro amigo y científico de GOTUR, Miguel Piera, está anillando aves, y nosotrxs aprovechamos para aprender todo lo que podemos de ellas, ahora que las tenemos a un palmo de nuestras narices. Ese día anilla a una hembra de Gorríon común (Passer domesticus), que suelta rápido porque descubre que ha perdido las plumas en la zona del vientre, que está muy irrigado y calentito, símbolo inequívoco de que está empollando, y utiliza ese calorcito extra para sacar los huevos adelante. Así que mamá Gorrión, que había salido un momento a comer, no puede ausentarse mucho del nido. Una vez medida y pesada, y con su nueva anilla molona con un número solo para ella, que nos ayuda a aprender más sobre estos pájaros, si la volvemos a coger en el futuro, Miguel la vuelve a poner en libertad para que pueda regresar al nido.
  • Ullal ya se encuentra en su territorio de cría primaveral. Su vuelo ha sido un éxito, y ha vencido hasta a las estadísticas, que dicen que en estos vuelos es más probable que muera, que llegue. Ullal, ha regrasado a criar justo donde nació. Es en un pequeño pueblo de Valencia, Puçol. Ullal está ya a tan solo 24 kilómetros de mi casa en Massanassa. Allí da la casualidad que se pone a criar bajo las tejas viejas de la casa de mi buen amigo Miguel Crespo, súper amante de la naturaleza y jefe de prensa de la asociación de naturaleza de la que soy voluntario, Acció Ecologista-Agró.


20 de Junio de 2018
  • 19 de Junio de 2018. Ullal es ya un padre atento y vigilante de sus cuatro hermosos polluelos, que crecen en el alto nido, bajo la teja vieja de mi amigo Miguel. Sin embargo este martes de Junio, ha salido especialmente caluroso, y Río, uno de los pollos, tiene ácaros, y ese día con el calor, le pican especialmente. Tan inquieto está que no deja de moverse. ¡Está tan agitado que hasta parece que va a salirse del nido! ¡Pero estate quieto, que te vas a caer! Y efectivamente, se cae. Menos mal, que aunque no sabe volar ha podido aletear lo suficiente hasta el suelo para no romperse nada. Pero ahora está solo en el suelo, indefenso, hasta un gato se lo podría comer. Ullal, su padre, querría rescatarlo, pero no puede. Si se posara en el suelo, él también estaría perdido. Pues sus largas alas, más que su cuerpo, característica que los hace tan ágiles en el cielo, hace que si se posan en el suelo, no puedan despegar de nuevo, pues sus alas golpean contra el suelo. 
    • Pasan las horas. Por suerte, ha podido arrastrarse hasta un sitio con sombra, en el que de momento ha pasado desapercibido. Pero le rugen las tripas, tiene mucha hambre. Si no come pronto, morirá. Y el viaje de su padre, Ullal, habrá merecido un poco menos la pena. 
    • De repente, escucha algo, un ruido. Se agazapa aún más contra aquella esquina. Parece que ahora sí ha llegado el final. Entre las plumas, solo acierta a ver a un oscuro gigante. Pero por muy amenazante que le parezca, es su salvación. El gigante resulta ser mi amigo Miguel, que ha visto movimiento en la terraza de su casa, y se ha acercado a ver qué era. Al descubrir a Río, no se lo piensa. Sabe que ese pollito necesita comer, y que no puede llegar con seguridad a devolverlo a su nido. Así que coge su furgoneta, que tantas aventuras ha vivido con él en la naturaleza, y se lo lleva a la Granja de El Saler, es el centro de recuperación de especies salvajes que tenemos en Valencia. 
    • Al llegar, Merche, una de las veterinarias del centro, se lo recoge amablemente. Allí en la entrada se despide Miguel de Río. Merche, lleva a nuestro polluelo de Vencejo, a una habitación que ya está hasta la bandera de polluelos, que como él, han caído del nido. Lo colocan en una caja con diez 'primos' más. Y por fin otro gigante le da de comer unos ricos grillos, cuando ya estaba al límite de sus fuerzas. 
    • Cuando se va tranquilizando, descubre que en aquella habitación, no solo hay gente como él, Vencejos, sino que hay pollos de Abubilla, de Gorrión, de Aviones comunes, de Jilgueros, de Estorninos, de... Una auténtica arca de Noé de pajarillos rescatados por toda la provincia de Valencia, por amantes de la naturaleza como Miguel.
  • Ese 20 de Junio mi compañera Rocío y yo, nos vamos ya a Bejís (Castellón) a empezar el Campamento Félix Rodríguez de la Fuente en Los Cloticos, con ese proyecto tan bonito de 'La música del reciclaje', unos chavales que lo han tenido más difícil de lo normal, que hacen música, de primera, con instrumentos recuperados y reciclados. ¡Súper chulo! Y como todos los años antes de partir, me acerco con mi hijo Mario al centro de recuperación de especies de El Saler, a por los pollos que nos cede la Generalitat Valenciana, para que los cuidemos. Al llegar buscamos a nuestro contacto, se llama Merche, y es veterinaria en el centro. Nos llevan a una habitación llena de pollos de un montón de especies diferentes. Y mientras nos cuentan qué especies les han ido llegando este año, nos preparan una caja de cartón con el logo de la Generalitat Valenciana. En el fondo de la caja, papel de cocina, para empapar las cacas. Tendremos que cambiarle ese papel cada vez que lo veamos sucio. Nos preparan también una bolsa con grillos congelados, y nos dicen que tendremos que darles a nuestros pollos unos diez, cada 3 horas más o menos. Y que solo hemos de tener contacto con ellos, en ese momento de la ceba, para que no se acostumbren a las personas. ¿Y qué especie nos dais este año? pregunto. Me dicen que este año nos llevaremos un par de pollos de Vencejo. Y nos cuentan una novedad: como ya somos veteranos en el programa 'Adopta un pajarito', este año podremos liberarlos nosotrxs. ¡Qué alegría! Con lo emocionante que es ese momento, y ¡Podremos compartirlo con los linces! Mi hijo Mario, de camino a casa, ya le pone nombre a los Vencejos. A uno de ellos lo llama Río.

7 de Julio 2018 
  • Tras más de medio mes alimentando a Río de campamento en campamento, entre Bejís (Castellón), Massanassa (Valencia) y ahora Riodeva en Teruel, hemos visto en una prueba con las puertas cerradas, en los baños de la piscina, del albergue Un mundo perdido, en el que estamos alojados, que Río ya está listo para volar. Paula, ha sido la educadora, que se ha encargado de alimentarle pacientemente cada 3 horas, ayudada en cada turno por decenas de linces diferentes, venidos de todo el país. Al llegar este momento está alegre porque hemos conseguido nuestro objetivo, pero triste a la vez, porque perderá de vista a este pequeño al que ha visto cómo le crecían las plumas, cómo ganaba volumen, gracias a que primero prácticamente le obligaba a comer, y ahora sabía cuando ya iba a hacerlo voraz, con un gesto característico entornando los ojos.
  • No lo demoramos más. Si todo iba bien, y Río conseguía incorporarse a la vida salvaje, aún tenía mucho que aprender y engordar, antes de su primer y más peligroso viaje a África a mediados de Agosto. 
  • Así que nos llevamos a los linces a la plaza del pueblo. Ya las luces doradas del fin del día empezaban a bañar el paisaje. Sentamos a los linces, y con Paula cobijando en su mano a Río, a la vista de todxs, empecé a contarles algunas maravillas sobre los Vencejos a nuestros pequeños amantes de la naturaleza. Pero no pude acabar.
  • Súbitamente un numeroso grupo de flechas negras, los Vencejos locales, irrumpieron en el techo de aire de la plaza, con su aguerrido trisar, triii, triii, triiiii y casi como Ullal había sentido la llamada de la migración de primavera al norte, yo sentí que era el momento de liberar a Río. Y le dije a Paula: ¡Ahora! ¡Abre la mano! Y Paula así lo hizo...
  • Río enseguida despegó de su palma, con un gran impulso, pero los siguientes instantes nos encogieron el corazón, dubitativo en sus primeros aleteos, parece que se iba a desplomar sobre nuestras cabezas. Un silencio profundo invadió la plaza. Pero rápidamente Río batió con más fuerza sus alas, hizo un requiebro para esquivar la última casa de la plaza, ganó altura, y ¡Pam! ¡Se había sumado a esa bola negra de los Vencejos locales! ¿Y ahora quién era? ¿Dónde estaba? 
  • Mientras, abajo, a nuestra altura, se desató una especie de locura y explosión de alegría, que solo el amante de la naturaleza conoce, cuando estos pequeños y a la vez grandes acontecimientos de la naturaleza, se desatan ante nuestros ojos. Nos invadió la emoción, que a unos les hacía gritar, a otras sonreir, más allá corrían...
  • ¿A donde habrá llegado nuestro Río? ¿Consiguió alimentarse por su cuenta? ¿Ganó la suficiente grasa para hacer su primer gran viaje a África? No lo podemos saber. Solo podemos saber, que si lo logró, y ahora vuela por tierras africanas, pronto escuchará una voz interior, poderosa y antigua, que le dirá: vuela hacia el norte...

1 comentario:

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